martes, 5 de enero de 2010

Escrito pesimista rescatado de una libreta antigua

El niño se sentó a descansar. El pecho le dolía y los ojos le ardían.
Las lágrimas no tardarían mucho en llegar y cuando lo hiciesen serian como siempre... negras.

Lágrimas negras fluyendo de aquel lugar de su ser donde nunca tocaba el sol. Donde todo es decepción y tristeza.

Pensó en seguir corriendo y huir de aquella negrura que le envolvía pero ya estaba cansado de correr. A donde quiera que fuese, aquello le seguía, lo acechaba como una sombra. Como la propia sombra. Como aquel hermano gemelo que no llegó a nacer. Su alter ego triste solitario, deprimido, decepcionado y cansado...
muy cansado.

Una extraña somnolencia empezó entonces a invadirle el cuerpo así que se hizo un ovillo y se rindió a lo inevitable. Estaba demasiado lejos de casa.

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